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Don Catarino de Salvador Pruneda

por A.F.Ingalls


Una década antes del cortometraje animado de Salvador Pruneda, ”Don Catarino y su
apreciable familia”, vio luz en forma de una tira cómica mexicana que los lectores del
periódico El Heraldo de México disfrutaban cada domingo. Con personajes que buscaban
retratar una cultura nacional muy mexicana de finales de la Revolución, sus autores Hipólito
Zendejas y Pruneda, contaron la historia de una familia de Silao, Guanajuato y sus
desventuras al mudarse a la moderna Ciudad de México. Parte del sello característico del
cómic fue el lenguaje coloquial, el uso de expresiones chuscas y los constantes dichos
populares, así como el tono picaresco con el que los personajes hacían frente a los
obstáculos de la vida citadina. A pesar de su éxito la tira dejó de publicarse en 1923 por
cuestiones meramente políticas.


Pruneda aprovechó la oportunidad y se fue a los Estados Unidos, donde aprendió sobre
animación trabajando para los estudios de Max Fleishner y Walt Disney. A su regreso a
México inicia el proyecto independiente que busca darle vida en forma de dibujo animado al
entrañable charro Don Catarino y a toda su parentela, convirtiéndose en un pionero de los
dibujos animados en México. Los estudiosos del cine mexicano aún no se ponen de
acuerdo y aún discuten sobre si el proyecto quedó o no terminado ya que solo dura unos
cuantos segundos. Aún se puede ver dos escenas de la adaptación animada: una donde el
simpático charro guanajuatense frena bruscamente a su caballo mientras lanza un disparo
al piso y la otra en la que el caballo discute con un teléfono de pared que le propina
tremendo puñetazo al pobre animal. Así bastaron unos pocos segundos para generar un
legado en la historia del cine mexicano y sobre todo en el género de animación.

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